Se denomina artesanía tanto al trabajo como a las creaciones realizadas por los artesanos (una persona que realiza trabajos manuales). Es un tipo de arte en el que se trabaja fundamentalmente con las manos, moldeando diversos objetos con fines comerciales o meramente artísticos o creativos. Una de las características fundamentales de este trabajo es que se desarrolla sin la ayuda de máquinas o de procesos automatizados. Esto convierte a cada obra artesanal en un objeto único e incomparable, lo que le da un carácter sumamente especial.
Las artesanías en Oaxaca, una ciudad mexicana, patrimonio de la Humanidad según la UNESCO, cabecera del municipio homónimo. Ubicada en los Valles Centrales, a 550 km por carretera de la Ciudad de México, es la localidad más extensa y poblada del estado y su centro económico y cultural, son tan variadas y de tan buena calidad que se han constituido en un atractivo turístico. Las tradiciones ancestrales, la diversidad en las etnias (dieciséis), así como la riqueza en la historia del estado se han podido manifestar en la gran diversidad de creaciones de más de medio millón de artesanos que se tienen registrados en Oaxaca. Cada uno de los productos elaborados tiene sus características propias, por lo que es único. La variedad es de las más extensas del país y abarca todas las ramas: talabartería, hojalatería, cerámica, cantería, joyería, textiles, tapetes de lana, alfarería en todas sus ramas, talabartería….
Hablar de Oaxaca es hablar de una tierra llena de magia, color y tradición. Sus costumbres, música, gastronomía, historia, pero sobre todo su arte, se entrelazan para dar sentido e identidad a una cultura sincrética, donde el pasado y el presente se juntan y florece en un sinfín de formas artísticas.
La localidad de San Bartolo
Coyotepec perteneciente al Distrito de Ocotlán, se caracteriza por una larga
tradición alfarera que data desde tiempos prehispánicos, con el paso de los
años ha enriquecido y perfeccionando su técnica hasta llegar a transformar la
arcilla en verdaderas obras de arte moldeadas en barro negro.
San Bartolo Coyotepec se ubica
a 12 km al sur de la ciudad de Oaxaca, por la Carretera Federal No. 175 que
conduce a Puerto Ángel.
Su santo patrono es San Bartolomé Apóstol –San Bartolo-, por lo que su fiesta principal es el 24 de agosto; por su parte, Coyotepec en lengua náhuatl significa “cerro de coyotes”. Se sabe que este fue un asentamiento zapoteca que se conocía como Zaapeche que significa “Lugar de jaguares”.
Históricamente este pueblo era
una aldea zapoteca y antiguamente como hasta hoy, los artesanos continúan
extrayendo el barro de una mina al aire libre que está en las faldas del Cerro
del León, la cual los provee de su material de trabajo. Una creencia popular
muy antigua dice: “… a la mina que provee de barro a los artesanos de San
Bartolo Coyotepec, a la que llaman Guegove, no deben ingresar las mujeres, ni
gente ajena a la población, ya que el espíritu guardián o nahual puede
enfadarse y provocar que la tierra se vuelva áspera.” Quizá esta idea mágica
sea la generadora del aura de misticismo que rodea al barro negro que allí se
elabora, y que permea los mitos y leyendas tradicionales zapotecas que han
pasado de generación en generación.
Desde siempre se conoció a este poblado como una cuna de alfareros, confeccionando desde tiempos inmemoriales piezas de barro que se requerían en la vida cotidiana, como los famosos cántaros para transportar y almacenar el agua, e incluso se surtía a otros pueblos con cántaros para el mezcal.
Haciendo honor a su tradición
artesanal, actualmente este poblado cuenta con un Mercado de artesanías ubicado
en el jardín central del pueblo y con el Museo Estatal de Arte Popular Oaxaca
(MEAPO) donde participan los propios artesanos de San Bartolo Coyotepec, así
como de los Valles Centrales de Oaxaca.
Es recomendable visitar también el templo cuya barda perimetral se
encuentra decorada con los tradicionales cántaros oaxaqueños en barro negro.
Técnica del barro negro
Desde épocas precolombinas, el
barro ha sido un material muy preciado por los mexicanos para la elaboración de
piezas de uso utilitario, decorativo o ritual, materia prima trabajada con tal
maestría y con gran diversidad de técnicas y acabados.
En los valles centrales de
Oaxaca los zapotecos y los mixtecos trabajaban ya el denominado barro negro,
pero fue hasta los años de 1950 que éste fue impulsado gracias a una mujer
llamada Doña Rosa Real de Nieto, una artesana quién desde el poblado de San Bartolo
Coyotepec elaboró hermosas piezas artesanales que han dado fama a Oaxaca a
nivel mundial y que por muchos años, se dedicó y dio impulso a esta actividad.
Una artesana acaricia la
superficie húmeda de una masa de barro; la pieza no deja de girar gracias al
movimiento acompasado, hipnótico, de sus manos. El giro de ese florero ¿o
cántaro? en ciernes, transcurre en el interior de la Alfarería Doña Rosa, hogar
de una mujer oaxaqueña que a mediados del siglo pasado libró una batalla
inusual contra la revolución tecnológica que planteó en su comunidad la llegada
de artículos domésticos de peltre y plástico.
La mujer narra que ante la baja en ventas de la alfarería fue Doña Rosa, matriarca de la familia y pionera de la alfarería local, quien tuvo una ocurrencia genial: incorporar un elemento adicional al giro del barro para sepultar para siempre a su color gris opaco. Los resultados fueron, al mismo tiempo, afortunados e inesperados.
Cuenta la artesana mientras
mantiene al barro dando vueltas: Doña Rosa vivió en la época en que el plástico
y el peltre remplazaron a la alfarería. Fue en 1953 cuando ante la baja de
pedidos supo dotar de belleza a sus creaciones, al punto de convertirlas en
artículos ornamentales. Fue ella la creadora, ni más ni menos, de la técnica
del barro negro de Oaxaca que hoy empleamos.
Sin ocultar el orgullo que le
ocasiona su parentesco con Doña Rosa, la mujer explica que la matriarca
descubrió que al tallar con un cuarzo la pieza terminada, ésta adquiría un
brillo inédito que aumentaba su atractivo.
Para lograr este resultado, la
pieza tenía que estar recién oreada para que pudiera permitir el sellado de los
pozos del barro con un tallado posterior, logrando así un primer brillo
instantáneo. Después, había que cubrir un tiempo exacto de cocción para que
pudiera tomar el color negro, aumentando su resplandor y atractivo a la vista.
El éxito fue inmediato.
El barro adquiere un tono
negro resplandeciente tras pasar siete horas de cocción en un horno artesanal.
Antes, fue tallado con un trozo de cuarzo.
El nacimiento de esta técnica definió la vocación del pueblo al ganar dos batallas: primero, al derrotar al peltre y al plástico que amenazaron con acabar con la alfarería local; después, con el surgimiento de generaciones enteras de artesanos oaxaqueños que, cual legiones de poéticos guerreros, viven desde entonces obsesionados con la belleza que provee el barro negro.
En medio de las cavilaciones
de su pequeña audiencia, la artesana mantiene su labor y toma un pedazo de piel
de buey para dar suavidad a los bordes redondeados de una pieza que ya insinúa
su naturaleza. No obstante, fue un movimiento suave en la boquilla el que
resolvió el misterio y delató, en definitiva, el surgimiento de un cántaro; el
pico por donde habría de fluir el agua es inconfundible.
Después, con ayuda de una
jícara, la mujer sigue raspando hasta conseguir un acabado más fino y, en un
afán perfeccionista, continúa dibujando líneas caprichosas en la superficie de
su cántaro ayudada con un palo.
San Bartolo Coyotepec ha sido pueblo de alfareros desde hace siglos y, aunque estuvo cerca de desaparecer, la alfarería revivió , relata segundos antes de ser interrumpida por un hombre que permanece atento a su explicación y pregunta: ¿Cómo se sabe si una pieza es utilitaria o es ornamental? y la respuesta de la artesana no sale de sus labios: con ayuda de un palo más largo que el empleado para dibujar sobre el cántaro, procede a golpear, ligeramente, el borde circular de tres piezas redondas como platos. Así, descubre el nacimiento de tres notas musicales las famosas do, re, mi y concluye su presentación en medio de una lluvia de aplausos espontáneos.
Al recorrer la Alfarería Doña
Rosa, decenas de estantes exhiben el derroche de creatividad del taller,
expresado en jarrones calados de esos que albergan velas en su interior para
transmitir grabados insólitos a las paredes de una habitación; búhos, caballos,
delfines y sirenas, además de cruces, candelabros de una pieza y figuras
geométricas ávidas de embellecer cientos de mesas y escritorios. También se
ofertan bolas de barro fresco que prometen devolver la frescura al rostro más
cansado.
Museo Estatal de Arte Popular de Oaxaca
Con la misión de potencializar
y promover en todos los niveles la poco valorada producción de arte popular,
procedente de la pluriculturalidad y herencia prehispánica, nace el 2 de
octubre de 2004 el Museo de Arte Popular del Estado de Oaxaca en San Bartolo
Coyotepec, luego de haber sido planeado años atrás por los mismos artesanos de
la localidad.
La historia de la cerámica
artesanal y el desarrollo del barro negro de San Bartolo es herencia de los
antepasados prehispánicos asentados en Monte Albán, que en la actualidad tiene
a 600 familias llevando a cabo este trabajo artístico bien conocido a nivel
mundial.
En la actualidad el museo
cuenta con tres salas de exhibición. En la primera de ellas se exhiben piezas
únicas de lo más destacado de la producción de barro negro de los artesanos de
San Bartolo Coyotepec, así como piezas arqueológicas que detallan parte del
desarrollo de este arte popular desde la etapa I de Monte Albán hasta nuestros
días.
Cada pieza es una obra de arte y una muestra de la calidad, diseño e imaginación de los artesanos oaxaqueños afirma Enrique Audiffred Bustamante, subdirector del espacio destinado a fomentar, difundir y fortalecer el patrimonio cultural entre las comunidades, así como el intercambio de experiencias y conocimientos de sus diferentes técnicas.
La segunda sala está dedicada
a 92 piezas de cerámica y textiles ganadoras del Concurso Estatal de Cerámica
“Benito Juárez”, convocado por Artesanías e Industrias Populares del Estado de
Oaxaca (ARIPO), de tal suerte que piezas originarias de Atzompa, San Marcos Tlapazola,
Tamazulapan, Ocotlán y San Antonino, integran la exhibición que da muestra de
la diversidad artesanal del Estado de Oaxaca.
La tercera sala exhibe algunos
ejemplos de la talla en madera de San Martín Tilcajete, cuyos artesanos
ayudaron significativamente a la fundación del museo e históricamente se han
destacado por espléndidas producciones de máscaras.
Al mismo tiempo, el espacio
que funcionara como tienda, abriga temporalmente una muestra de miniaturas
artesanales, de este modo el Museo de Arte Popular del Estado de Oaxaca exhibe
las creaciones artísticas de cerca de 300 artesanos de distintas comunidades de
Oaxaca.
Localización
Se ubica en la parte central
del Estado, en la región de los Valles Centrales, pertenece al distrito del
Centro.
Limita al Norte con Santa
María Coyotepec; al Sur con Santa Catarina Quiane, San Martín Tilcajete y Santo
Tomas Jalieza; al Oriente con San Juan Teitipac; al Poniente con Villa de
Zaachila. Su distancia aproximada a la capital del Estado es de 20 kilómetros.
Oh! It’s amazing! Thanks for the information.
ResponderBorrarGracias por la información, me parece muy interesante y útil!
ResponderBorrarMuy buena información, todo muy bien detallado👌
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